lunes, 30 de marzo de 2015
Mejores cuadros de Salvador Dalí
La Persistencia De La Memoria
La persistencia de la memoria, conocido también como Los relojes blandos es un famoso cuadro del pintor español Salvador Dalí pintado en 1931. Realizado mediante la técnica del óleo sobre lienzo, es de estilo surrealista y sus medidas son 24 x 33 cm. La pintura fue exhibida en la primera exposición individual de Dalí en la Galerie Pierre Colle de París,1 del 3 al 15 de junio de 1931, y en enero de 1932 en una exposición en la Julien Levy Gallery de Nueva York, Surrealism: Paintings, Drawings and Photographs.1 Se conserva en el MoMA (Museo de Arte Moderno) de Nueva York, donde llegó en 1934 como donativo de Helen Lansdowne Resor, magnate de la publicidad que posteriormente llegaría a ser patrona del museo; el precio pagado fue de 400 dólares.2 En una revisión posterior del cuadro, Dalí creó
La desintegración de la persistencia de la memoria.
Descripción
En el cuadro aparece la bahía de Port Lligat al amanecer. El paisaje es simple; aparece el mar al fondo y una pequeña formación rocosa a la derecha. Hay cuatro relojes; un reloj de bolsillo y tres relojes blandos y deformados, elementos que ya habían aparecido en una obra suya del año anterior, Osificación prematura de una estación. Dalí, según él mismo dice, se inspiró en el queso camembert a la hora de añadir los relojes al cuadro, relacionándolos por su calidad de "tiernos, extravagantes, solitarios y paranoico-críticos". Uno de los relojes cuelga en equilibrio de la rama de un árbol. Más abajo, en el centro del cuadro, otro se acopla a modo de montura sobre una cara con largas pestañas inspirada en una roca del cabo de Creus. La cara aparece también en otros cuadros del autor como El gran masturbador y El enigma del deseo. El tercer reloj blando está, quizás, a punto de deslizarse por un muro. Sobre este reloj hay una mosca y sobre el reloj de bolsillo, situado sobre el muro, hay multitud de hormigas que no están ahí por casualidad (este tipo de reloj se lleva próximo a los genitales).
Los relojes, como la memoria, se han reblandecido por el paso del tiempo. Son relojes perfectamente verosímiles que siguen marcando la hora (supuestamente en torno a la seis de la tarde). Dalí dijo sobre el cuadro: "Lo mismo que me sorprende que un oficinista de banco nunca se haya comido un cheque, asimismo me asombra que nunca antes de mí, a ningún otro pintor se le ocurriese pintar un reloj blando".
La Madonna de Port Lligat
La Madonna de Port Lligat es un cuadro realizado en 1950 que está hecho mediante la técnica del óleo sobre lienzo, es de estilo surrealista y sus medidas son 144 x 96 cm.
La obra está inspirada en los cuadros de altar recacentistas, sobre todo en la Pala de Brera de Piero della Francesca (en el gesto de la Madonna, en el huevo colgando y en la concha
del revés). El cuadro presenta muchas de las características ya presentes en Leda atómica y en la Separación del átomo (Desmaterialización junto a la nariz de Nerón).
Antes de pintar la obra definitiva, realizó un estudio con la misma composición pero con colores distintos. Esta versión de medidas mucho más pequeñas da una idea de lo que sería la versión definitiva.
Descripción
En el cuadro aparece una virgen o Madonna con el rostro de Gala, la mujer del pintor, con el niño Jesús en su regazo. La Madonna tiene una abertura rectangular en su tronco y delante de este está el niño Jesús, el cual también tiene una abertura en su tórax, donde a su vez hay un trozo de pan. Dalí describe esto como "un tabernáculo en el cuerpo de Jesús que contiene el pan sagrado".
Los dos personajes están encima de un pedestal y bajo un arco. Los diversos elementos del cuadro aparecen sin tocarse unos con otros, al igual que en la Leda atómica, sostenidos en equilibrio como los elementos que constituyen el átomo.
En la parte superior del cuadro se encuentra una concha de la cual cuelga un hilo que sostiene un huevo. Estos objetos son para Dalí símbolos de la vida y lo más parecido a la perfección euclidiana. El arco blanco que se sitúa sobre Gala permanece dividido en cuatro partes y parece estar descuidado y depintado en varias zonas. Junto a la cabeza de la Madonna están dos bajorrelieves ornamentales que tienen a su vez dos esferas pequeñas flotando. Sobre uno de los arcos está clavado un hilo que sotiene un pedazo de carne cruda.
Junto a Gala hay dos mesas de madera. Destacan junto a uno de los muebles, un caracol de mar y una cesta con un pan. El pedestal tiene diversos símbolos impotantes para Dalí. Sobre este están situados, de izquierda a derecha, un trapo, una abolladura, una flor blanca deshojada y otra floreciente. El pescado, dos judías o frijoles y un cesto. El pedestal tiene una abertura frontal dividida en tres partes. En la parte izquierda hay un rinoceronte dividido en varias partes, en el centro un huevo escoltado por cuatro piezas y a la derecha una especie de busto que sufre una explosión en su cara y flota como si no hubiese gravedad.
Hay un fondo muy claro con el paisaje flotante donde Gala está representada en diversas posiciones vestida de novia. Al final, como si fuese una escena teatral, Dalí pinta en los extremos superiores dos telones.
Muchas de las imágenes que aparecen en el cuadro han sido pintadas ya numerosas veces por el artista, como Gala, que aparece aquí dos veces pintada con un vestido de novia, la bahía de Portlligat, el pez, las conchas y el trozo de corcho colgado del clavo. Otras constituyen el inicio de futuras obsesiones, como el rinoceronte con el cuerno roto que considera un símbolo de castidad.
Niño Geopolítico Observando El Nacimiento del Hombre Nuevo
En ocasiones anteriores, el huevo había sido el principal objeto de atención de los cuadros de Salvador Dalí. Uno de los más antiguos y espectaculares es el huevo-semilla-cebolla que sostiene una enorme mano en Las metamorfosis de Narciso, de 1937.Si en esa ocasión, el huevo servía como introducción al recurso de la imagen doble, una de las nuevas posibilidades que ofrecía su método "paranoico-crítico", en el lienzo que contemplamos no sucede así. El huevo no se transforma en nada; es el lugar donde se produce el nacimiento de un ser humano. Su apariencia blanda, más que viscosa, contrasta con la naturaleza líquida del mapa de la tierra que está representado en la superficie. Por encima de tan curiosa escena de alumbramiento (no olvidemos que para ciertas culturas el huevo es el símbolo del alma) una gran sábana actúa como protección, que no sólo ofrece sombra sino seguridad. La posición que ocupa en lo alto y el huevo nos remiten de inmediato a una de las obras más enigmáticas de la historia de la pintura: la Sacra Conversación del italiano Piero della Francesca, más conocida popularmente como la Madonna del huevo. Tan peculiar escena tiene lugar en un vasto paisaje, de grandes horizontes y en el que los escasos elementos naturales que se reúnen (colinas, montañas) están realizados con la ya habitual técnica de Dalí, prodigiosa en el dibujo. El recuerdo de los pintores clásicos y su admiración, en especial, por aquéllos que habían dominado el dibujo (Rafael e Ingres) no le abandonaría nunca. Ya en noviembre de 1925 había ilustrado el catálogo de su primera exposición individual en las barcelonesas Galerías Dalmau con tres aforismos del pintor francés, en los que se defendía el valor del dibujo como expresión de la esencia de la realidad.
La tentación de San Antonio
La tentación de San Antonio realizado en 1946, está pintada al óleo sobre lienzo, es surrealista y mide 90 x 119,5 cm.
Descripción
En el cuadro se muestra a san Antonio Abad en un desierto, arrodillado y sosteniendo una cruz hecha con dos varitas para protegerse de las tentaciones que lo atacan, con el antiguo gesto del exorcismo. Estas son representadas por un caballo y una fila de elefantes, todos estos con sus patas alargadas de forma grotesca y cada uno cargando con una tentación.
El cuadro describe literalmente las tentaciones a las que el hombre normalmente cae:
Triunfo, representado con el caballo, el cual tiene sus pezuñas desgastadas y llenas de polvo. Este animal recuerda a los jumentos esqueléticos de los primeros cuadros surrealistas del autor.
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