Yo estaba presto a debutar,
la arena estaba llena de gente sedienta de sangre,
al borde del llanto ante la emoción
de ver como el hombre mata a la bestia.
"No tengas miedo hermano,
todoe stará bien,
tú fijate que aquí los toros son mansos
y están casi adiestrados
para ceder ante cualquier torero,
por más que sea un debutante como tú",
me habían dicho muchas veces, y yo desempleado
había aceptado a pesar de los peligros que conlleva
la faena.
Una vez adentro,
ya en la arena,
ví como tomaba impulso ese toro aguerrido,
ví como me miraba con indiferencia,
pues el bruto nunca llega al odio,
es más bien temor o miedo,
del humano,
que bien fundado lo tiene.
Pero este toro tomaba impulso,
movía las patas,
pero no arrancaba,
pero este toro estaba como aletargado,
extraño,
y en un momento agachó su cabeza,
ingenuo de mí
pensé que era el momento de acercarme, y darle
la estocada primera y final.
Pero no,
cuando estuve a pocos pasos
el animal brotó de su letargica conducta,
y me hundió sus amplios cuernos
en el pecho,
en un segundo.
Esto lo estoy pensando mientras
todo va perdiéndose en la niebla,
esto lo digo
mientras el tiempo se escurre
sin clemencia,
me dijeron que no era un toro,
pero era parecido a un toro;
era un ñu,
una bestia parecida,
pero sin piedad alguna hacia nosotros,
Y esto lo digo...
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