
Las conversaciones sobre películas y otras manifestaciones artísticas que parten de un género llamado erótico últimamente están muy de moda, sobre todo por una novela que inspiró una peli que todo el mundo dice que es muy mala.
Hace mucho también recordé que un pana me había dicho que tal o cual cosa era porno y que tal o cual otra cosa no lo era. Así, que empezaré por aquí, es decir, por este recuerdo que me llevó a plantearme por primera vez el porno (mucho después de haberlo consumido con una voracidad despiadada, debo decir).

Esta palabrita tiene una resonancia particular, cuando es escuchada genera curiosidad, ya sea para lapidarla como para disfrutarla. Usualmente se lo suele asociar con lo sucio, con lo protervo, con aquello que no debe de ser mostrado, inclusive con lo vulgar o con imágenes que no se relacionan con algún tipo de tención estética.
¿Pero por qué esta palabra es vista así?
Ahora me meteré con las palabras.
La palabra viene de prostituta, esta es la primera indicación para aclarar la incomodidad sobre esta palabra. El masculino de la utilización de la palabra ¨porne¨ era rufián, alguien que tampoco sería muy apreciado. Y la raíz más profunda de estas dos palabras nos remite a aquello que se vende, pero que se vende como imperativo, de manera obligatoria, sobre todo porque para la utilización de esta palabra en estos contextos prístinos, las prostitutas eran esclavas que podían ser vendidas.

Entonces, recapitulando, el porno viene de palabras catalogadas como despreciables que tiene en su raíz la posibilidad de ser vendido porque de hecho le pertenece a alguien, el porno tiene un mercader, forma parte de un mercado, es una mercancía.
Si revisamos el actual significado de la palabra nos lleva a la obscenidad, es decir, a lo sucio, a lo que ofende a los sentidos, a aquello que no debe de ser mostrado dentro de una escena, que está fuera de la escena, o que por lo menos, debería.

Sin embargo esto nos lleva un paso más allá, nos lleva a considerar por qué es sucio, por qué no debe de ser mostrado. Regresaremos a esto luego de terminar el recorrido a donde nos lleva el significado actual de pornografía. Y es aquí a donde nos lleva. Esto nos lleva al pudor. Lo que se cuida de lo obsceno, es porque hay algo que cuidar, algo que deviene de una reacción, el pudor. El pudor es aquel recato, aquella modestia de lo que se es, viene de la honestidad. Entonces, para retornar a lo que habíamos dejado en vilo.

No mostramos nuestra honestidad, porque la desnudez es para nosotros, no para los demás. No debemos de mostrarnos porque el aparecer como somos o que algún otro aparezca como es nos revela eso que no queremos desvelar, nos muestra lo que somos cuando estamos desnudos, cuando estamos débiles, silentes, sensibles.
La pornografía entonces nos revela esto, nos revela aquello que no queremos ver de nosotros, nos lo revela en la escena pública, en los televisores, en las pantallas, en las páginas. Nos revela nuestra esclavitud y la venta de la misma, nos demuestra que no podemos ser honestos con los otros, que la mentira es nuestra carta de presentación habitual.

Ahora, no digo que el pudor sea desdeñable, al contrario, pregunto, ¿dónde está, en qué objetos, en qué espacios ubicamos nuestro pudor?

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